Mis acuarelas son ventanas a mi mundo interior, donde las emociones se traducen en pinceladas fluidas y colores vibrantes. Cada pintura es una historia única, un reflejo de mis vivencias y sentimientos.
Me encanta la fluidez de la acuarela, la forma en que los colores se mezclan y se transforman con el agua. Es una técnica que me permite expresar una amplia gama de emociones, desde la alegría más radiante hasta la melancolía más profunda.
Mi nombre es Rodrigo y soy acuarelista.
Desde muy pequeño he estado ligado al arte:
Mi papá y mi abuela eran personas muy apasionadas por el dibujo y la pintura, y me transmitieron su sensibilidad artística.
A los 15 años tuve un accidente en bicicleta que cambió mi vida para siempre.
Este evento me mostró que si me planteaba un objetivo, tendría que esforzarme y trabajar mucho para lograrlo.
Pese a la caída, me puse en pie y seguí adelante.
En el camino me han acompañado mi familia, amigos, médicos y especialistas.
Me gradué de Ingeniería en Administración en el DUOC, institución que siempre ha apoyado mi trabajo.
Con el pasar de los años me he acercado más y más al arte.
En un inicio pintaba sin muchas nociones de qué es lo que quería hacer. De pronto descubrí que la acuarela era una técnica que se ajustaba muy bien a mis capacidades. Empecé a pintar retratos, animales y figuras. Exploraba y sentía que podía expresar algo a través de esas pinturas. Un día decidí inscribirme en el taller de la artista Paulina Werth, y otra vez mi vida dio un giro, y para bien. Paulina saca lo mejor de cada uno, y ella me enseñó un camino que me ha permitido mejorar mi técnica de manera sustantiva.
Mi camino no ha sido fácil. Me caí feo, pero supe levantarme. Quizás me cuesta un poco expresarme oralmente, me cuesta hablar, pero he encontrado en el arte, en cada pincelada que doy, en cada color que elijo, una manera de expresarme, de decir quién soy y de encontrar mi lugar en el mundo. Hoy, puedo decir con orgullo, que soy un artista.